La cocina es uno de los puntos centrales de todo hogar: cocinamos, comemos e, incluso, nos reunimos con nuestra familia o amigos después de un largo día. Si, además, te encanta preparar nuevos platos con los que sorprender a los demás, es importante elegir la cocina adecuada a tus necesidades.
Más allá de los muebles, la distribución o los electrodomésticos, el corazón de la cocina es la placa. Para elegir una cocina tienes fundamentalmente tres opciones: vitrocerámica, inducción o gas. Pero, ¿cuáles son las características y ventajas de cada una? ¡Sigue leyendo!
Placas de gas
Este tipo de placas son las más clásicas y habituales. No obstante, en los últimos años han empezado a ser sustituidas por otras más modernas. La principal ventaja de este tipo de cocinas es su capacidad para calentar a altas temperaturas cualquier recipiente. Además, es más visual, por lo que podemos controlar el fuego más fácilmente. Si no quieres perder el encanto tradicional de la cocina o te enseñaron en este tipo de placas, ¡esta es la tuya!
La principal desventaja de esta cocina es… ¡la limpieza! Es mucho más complicado y laborioso limpiar este tipo de placas, puesto que cuentan con más recovecos y es fácil que nos quede algo de suciedad y grasa. Otro contra es la necesidad de contar con bombonas de butano.

Placas de vitrocerámica
La vitrocerámica o “vitro” ganó popularidad rápidamente, destronando a las tradicionales placas de gas. La ventaja principal salta a simple vista: ocupa menos y es más fácil de limpiar. Pero, ¿qué hay de su funcionamiento? A diferencia de las anteriores, este tipo de placas utilizan la electricidad. Para utilizarla solo necesitas tener cerca un enchufe y olvidarte de hacer una instalación más complicada, algo que sí sucede al instalar una placa de gas.
Por otro lado, este tipo de placas guarda el calor residual, algo que para unos puede ser una ventaja, pero para otros no, ya que son algo más lentas calentando los recipientes. Igualmente, si eliges esta opción, debes tener en cuenta que las altas temperaturas acabarán estropeando la placa, por lo que tienes que pensar que en unos años tendrás que cambiarla.

Placas de inducción
Estas son, sin lugar a dudas, las cocinas que más se está popularizando en los últimos años. A diferencia de las placas de vitrocerámica, en las de inducción no se calienta la placa (al menos no tanto como las anteriores) sino que lo que se calienta es el recipiente. Su funcionamiento se basa en electroimanes dentro de la placa, por lo que no requiere de fuente de calor.
¿La principal ventaja? ¡La rapidez! Podrás calentar el recipiente o hervir agua en unos pocos minutos, mucho más rápido que en las opciones anteriores. Igualmente, será algo más fácil de limpiar que la vitro, ya que la placa no se calentará tanto: una vez cocines podrás limpiarla casi de inmediato.
¿Sus desventajas? En primer lugar, te tienes que asegurar de contar con los recipientes adecuados, ¡no todos valen! Para comprobar si un recipiente sirve para tu placa de inducción tan solo tendrás que acercar un imán a su base. Si este se adhiere, podrás utilizarlo. Igualmente, el precio es otro punto a tener en cuenta si estás pensando en instalar una cocina de inducción, ya que suelen ser algo más caras, tanto al comprarlas como en la factura de la luz.

Ahora que ya conoces algo más de estos tres tipos de cocinas, es hora de valorar las opciones y hacer números para ver cuál se adapta más a tus necesidades.
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